Por el título podríamos hablar de políticos, pero no... bastante tiempo nos han tenido reflexionando alejadas del blog.
El caso La Noria es por todos
conocido desde hace días. Anunciantes a la fuga. Días después de
la noticia, se abren cuestiones muy interesantes en torno a esta
consecuencia desencadenada por la entrevista a la señora Rosalía
García, madre de “El cuco”.
¿Son los mismos que denunciaron con
ahínco la realización del especial de “La Noria” aquellos que
formaron parte de su apabullante audiencia?
Y en el caso de que no lo sean, ¿es
que los anunciantes han considerado que les conviene más como
público objetivo los usuarios de Twitter o Facebook? ¿Confían en
que esta espantada genere una mejora en la imagen de marca entre los
compradores potenciales ? ¿Realmente obtienen más rentabilidad de la que podrían
haber logrado con su anuncio en un espacio con tantos espectadores?
Supongo que en los despachos de las
agencias de publicidad habrán debatido lo suyo sobre si las personas
que están en internet son las mismas que ven este tipo de programas.
Y en el caso de que la respuesta sea negativa, qué perfil les
conviene más.
Lo que no se puede negar es que las
redes sociales adquieren cada vez más fuerza, y seguramente desde
algunos despachos de grandes directivos se oigan todo tipo de
blasfemias.
En Telecinco al parecer han contestado
positivamente a esta cuestión porque de repente su línea
característica en cuanto a contenidos, parece torcerse.
Enemigos Íntimos y Resistiré¿vale? han caído y se escuchan rumores sobre el fin de la
hegemonía de este tipo de programas en la cadena de Vasile. Permitidnos que lo dudemos.
Algunas
de las caras más conocidas de la cadena se han posicionado,
obviamente, a favor. Ana Rosa Quintana recurre a que estos programas finalizaban su contrato y al “periodista ante todo” y Mercedes
Milá utiliza la libertad de expresión como escudo, acudiendo incluso al programa en defensa de Jordi González.
Si una cosa está clara es que las
modas vienen y van, también para la caja tonta que ha tenido sus
temporadas de concursos, de realitys y demás. Un espacio triunfa y
contagia al resto. La cuestión es si en esta ocasión es diferente.
Twitter ha cambiado la concepción de
las redes sociales. Los anunciantes, los políticos, los periodistas
saben que están ante un titán de la opinión que cala hondo y a un
ritmo frenético. Es el miedo a una reacción pública instantánea y
generalizada lo que provoca ciertos comportamientos. Eso es lo que le
ha ocurrido a “La Noria”. Eso, y que no han sabido reaccionar
como deberían aferrándose a un argumento que pierde absolutamente
su validez en el momento en que hay dinero de por medio.
Jordi Gonzalez, presentador del
espacio, ha abogado desde esa noche por “la defensa de la libertad
de expresión”. Podríamos entrar en un debate ético y moral en
relación a la presencia de la madre de un supuesto delincuente en
prime time, pero hay una cuestión clara: cobrando no. Lo que unió a
los internautas fueron esos 9.000 euros y las ganas de terminar con
las compras morbosas de audiencia.
Desde el programa han tenido tiempo de
pedir disculpas, al menos por haber podido herir sensibilidades, pero
parece ser la prepotencia de su presentador lo que tira del carro. De
rectificar ni mu.
Lo que esta claro es que no podemos
esperar un cambio radical y que “Sálvame”, el programa madre de
esta tendencia, sigue tan sano como siempre. Podemos poner nuestra fe
en la vuelta de la era concursos con formatos como “Comecocos” y
en que alguna cadena se anime y de luz verde a la nueva versión de
“El Gran Juego de la Oca”, pero de momento lo que se teme es que
los espacios afectados desaparezcan para dar paso a clones con
distinto nombre.
¿Cuánto durará la ausencia de
anunciantes en La Noria? ¿Seguirá siendo la incombustible Esperanza Gracia la única valiente? ¿Realmente es tan fuerte la comunidad
twittera de pro como para que se tomen decisiones con cifras de
tantos ceros por medio? Es lo divertido de todo esto: saber qué
pasará.